Los Niños y el Voluntarismo Vecinal

Descubra lo que implica ser la mamá de 12 niños, leyendo los sabios consejos sobre crianza de niños brindados por nuestra "Super Mamá" residente.

Algunos años atrás, le pregunté a una mamá que vivía en mi vecindario si podía hacerme el favor de ir a buscar a mi hijo al jardín de infantes el día siguiente - yo tenía que concurrir a una cita y llegaría tarde. Mi amiga me dejó estupefacta al decirme que no era buena cuidando los hijos de otras personas.

No obstante, me dijo que si quería que me preparara alguna comida - en caso de que yo estuviera enferma y no pudiera hacerla - o si necesitaba que hiciera las compras por mí, ella lo haría con gusto.

Al principio me quedé anonadada, pero a medida que fui pensando y repasando su respuesta me dí cuenta de que ella estaba siendo honesta al dejarme saber sobre sus habilidades y sobre sus incapacidades. El tema era que ella no estaba rehusando hacerme un favor; sino que yo le estaba pidiendo que hiciera algo para lo que ella no estaba preparada.

Una lección muy importante

Aprendí una lección muy importante ese día, y desde ese momento la he puesto en práctica varias veces cada vez que tenía que enseñarle a mis hijos el arte del voluntarismo. He descubierto que no todos los niños son capaces, por ejemplo, de pasar tiempo con personas que poseen alguna incapacidad específica.  Es así que decidí no forzar a mis hijos a realizar trabajo voluntario si me daba cuenta de que alguno de ellos/as no estaba preparado para llevarlo a cabo. En lugar de obligarlos a hacer algo para lo cual no estaban preparados, siempre he tratado de adaptar el talento de mis hijos a tareas voluntarias específicas para las cuales demuestran tener talento, debido a que sé que de esa forma tendrán éxito en lo que hagan.

De esta manera, a medida que los niños vayan acumulando éxitos, querrán realizar más y más trabajos de este tipo. El inverso de mi teoría es que si obligo a mis hijos a realizar alguna clase de trabajo voluntario en el cual sé que se sentirán incómodos, probablemente no querrán llevar a cabo ningún trabajo voluntario más en el futuro. Y eso sería una verdadera pena.

Complicado y satisfactorio

Yo pienso que ayudando a otras personas nos ayudamos a nosotros mismos, y sólo de esa manera nos transformamos en mejores personas. Teniendo este pensamiento en mente, siempre estoy pendiente de si alguno de mis vecinos necesita ayuda o algún tipo de asistencia. Luego pienso en mis 12 hijos, y evalúo cuál de ellos sería el más adecuado para realizar cada trabajo en particular.

La tarea podría ser simple o dificultosa.  Quizás una mamá descubra que es muy duro ayudar a su hijo que va a primer grado a realizar su tarea escolar durante las tardes porque su bebé recién nacido le demanda mucho tiempo.

O yo misma podría llegar a descubrir que alguna de mis vecinas se siente abrumada al tener que cuidar y criar a su hijo/a adolescente, el cual sufre un trastorno genético severo; y que necesita ayuda desesperadamente para poder dormir una siesta o para pasar un tiempo a solas con su esposo.

El hecho de tratar de adaptar las necesidades de mis vecinos con las habilidades de mis hijos es tan complicado y satisfactorio como tratar de emparejar a una adolescente con el "príncipe" de sus sueños.

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