Divirtiéndose con Mamá

Sepa lo que implica ser la mamá de 12 niños, leyendo los sabios consejos aportados por nuestra "Mamá Residente", y relacionados con la crianza de niños.

¡La realidad es que, yo también soy una niña!

Hoy, en la última parte de mi carrera dedicada a la crianza de niños, los dos menores de mis 12 hijos, los cuales tienen 7 y 9 años siguen pensando que soy una parte necesaria de su existencia.

Yo personalmente estoy luchando por volver a mi trabajo, sabiendo que necesito forjar una vida diferente para mí, ya que mis hijos se han vuelto más autosuficientes. No obstante, mis hijos no están alegres de tener que arreglárselas sin mí.

Por un lado, a mí me molesta sentarme frente a la PC y contar historias -y por otro lado - ellos sufren porque necesitan mi compañía. Cuando me tomo un descanso y paso tiempo con mis niños disfrutando del aire libre, recuerdo por qué siempre quise tener muchos hijos. La verdad es que, en lo más profundo de mi ser, ¡yo también sigo siendo una niña!.

Cediendo de buen grado 

Ayer, decidí dejar de lado un rato el teclado de la PC y llevarlos al parque de mi vecindario. Mis hijos ya son lo suficientemente grandes como para ir sin mi compañía al pequeño parque de nuestra comunidad cerrada, y yo deseo que puedan disfrutar de un poco de aire fresco y de los rayos tibios del sol, pero me dí cuenta de que la única manera de persuadirlos a ir era si yo los acompañaba.

Es así que cedí de buen grado, sabiendo que yo también me beneficiaría al salir un rato de casa a esta altura del enmohecido invierno, con la llegada de la primavera a la vuelta de la esquina, pero aún tan lejana.

Mis hijos colocaron en sus mochilas un par de entremeses para disfrutar de nuestro breve viaje. Hay algo mágico al estar en el parque que siempre les despierta su voraz apetito juvenil. Es así que tomaron algunos yogures, cucharitas plásticas, galletitas secas, fruta y servilletas.

Cuando llegamos al parque, decidieron comer primero y luego dedicar el tiempo restante a jugar. Desparramaron la comida que habían llevado sobre uno de los bancos de la plaza y la disfrutaron con mucho gusto. También se encargaron de alimentarme, y yo fingí ser su bebé. Abrí mi boca y gruñí pidiendo comida, acto que les provocó una crisis de risa.

Riendo como locos

Al final, una vez que terminamos de comer, ellos se encaramaron a la escalera del tobogán. Ahí me di cuenta de lo que era hacer ejercicios. Me dirigí al final de la escalera y me coloque de tal forma que sus pies se acercaran lo más posible a mi estómago y me dieran el envión necesario.

Por supuesto, ellos realmente no me empujaron; yo simplemente estaba fingiendo, tal y como si se tratara de una obra de teatro con efectos de sonido y todo.

Y siguiendo con el juego, me desplomé como si muriera cada vez que alguno de ellos se deslizaba por el tobogán. Es así que todos reímos nerviosamente sin parar, y terminamos apilándonos tirados unos sobre otros y riéndonos a carcajadas como tontos.

( Comentarios)
Iniciar or Registrese su comentario.

Envie su comentario

Iniciar o Registrese su comentario.