Aprovechando al Máximo su Familia Numerosa

Cuando dí a luz a mi décimo hijo, una amiga que ya era mamá de 11 niños comentó en broma: "Ahora, ya sabés lo que significa tener las dos manos ocupadas durante todo el día".

Aún un poco abrumada por haber dado a luz a mi bebé, tardé un tiempo en darme cuenta lo que había querido decir mi amiga con dicho juego de palabras; pero el impacto fue inmediato: había pasado a formar parte de un selecto club de mamás de familias numerosas.

Actualmente, tengo 12 hijos y soy abuela de 4 (y siguen llegando). Para la mayoría de las mamás de familias numerosas, éstos son hechos verdaderamente impactantes - para otras -, estos detalles simplemente representan un cumplido maravilloso.

¿Tienes 12 hijos?

Durante el transcurso de mi vida he escuchado de todo. Del mismo modo, tanto conocidos como extraños se sienten bastante libres como para poder realizar comentarios sobre el tamaño de mi familia.

Los comentarios varían desde el atemorizado: "¿Tienes 12 hijos?.¡Es impresionante!" — hasta el que provoca culpabilidad: "¿Realmente piensas que podrás brindarle a todos tus hijos la atención que se merecen?".

A veces, mis amigas incluso me han dicho: "¿Nunca te enseñó tu mamá nada acerca de los pájaros y de las abejas?".

No me preocupo por ello. Estos animales no tienen una gran nidada que sabe distinguir qué animal ha tenido numerosas crías, y esa es la manera en la que éstos animalitos pueden lidiar con este tema en particular.

Lo similar atrae a lo similar, es por ello que conozco a una gran cantidad de mamás de familias numerosas, y a pesar de que existen similitudes, los métodos para poder lidiar con una familia numerosa varían de acuerdo al tamaño de las familias; todo depende de la naturaleza y de la forma de ser de la mamá (calmada, frenética, metódica, determinada) y de sus prioridades.

He estado en varios hogares muy descuidados y sucios en los cuales los niños sobresalen en sus estudios. Es claro: éstas mamás dejan de lado y descuidan las tareas domésticas para poder asegurarse de que sus hijos obtengan y traigan a sus hogares las mejores notas escolares.

En otros hogares, el piso se encuentra tan limpio que podría servir la cena sobre los azulejos, pero esa comida está basada en los grupos de alimentos blancos: harina blanca, azúcar blanca, y arroz blanco, acompañados de unos pocos vegetales ocultos para que los mismos no puedan ser vistos por los niños. Estas mamás se preocupan por la limpieza y creen que sus hijos serán sanos y saludables sin importar con qué los alimentan.

En mi caso, intenté hacer de todo: mantener la casa limpia como un espejo, ayudar a mis hijos a hacer la tarea y leerles libros, pasar tiempo de calidad con mi familia, y vestirlos con ropa sumamente prolija mientras los alimentaba con comida estilo gourmet, la cual era nutritiva y deliciosa.

Oh, y no olvidé asegurarme de que mi marido se sintiera como si aún estuviéramos pasando por nuestra etapa de romanticismo, y a su vez, reservar un tiempo para mí y para dedicárselo a mis amigas/os.

Es por ello que, bueno, puede demandarme si lo desea. Nada dió resultado. Para cuando ya había dado a luz a mi séptimo hijo, comencé a sentir que estallaría a causa de la presión ejercida al tener que llevar adelante una casa y criar y atender una familia numerosa.

Era bastante natural para mí el hecho de tratar de preservar la cordura; respirar tranquilamente y retomar el camino para poder retomar mi antiguo estilo de vida. Tenía que haber una manera de poder llevar adelante las cosas sin sentir que un tren de carga estaba por atropellarme a toda velocidad.

Organizando las Prioridades

Es así que decidí que debía utilizar mi sentido común y ver que era lo más importante para mí. Ésto sería algo muy personal y no se trataría sólo de comprobar cuál era el mejor camino que debería seguir para hacer las cosas de la manera adecuada.

Personalizaría mis prioridades para que las mismas se adecuaran a mis estándares personales. Mis puntos de referencia no cambiaban demasiado a medida que los iba reestructurando.

Por ejemplo: la limpieza es muy importante para mí. No me gusta ver caspa o pelos de gato debajo de las camas, pero podría convivir con ellos. No obstante, las mesadas de mi cocina y los fregaderos deben estar limpios y esterilizados, al igual que la vajilla.

Me preocupa mucho la limpieza de los alimentos. No le prestaba demasiada atención al hecho de que los quemadores/hornallas estuvieran relucientes, es por ello que esa tarea era el último punto en mi lista de cosas por hacer en la cocina, pero al menos nos mantendríamos sanos si las superficies entraban en contacto directo con la comida, ya que siempre mantenía a las mismas lo más aseadas y antisépticas posibles.

Me sentía igual cuando tocaba el tema de los baños. Había estado en baños de familias numerosas que olían a orina y que sobrepasaban mis límites personales relacionados con la suciedad. Para mí, un baño sucio no sólo representa un peligro para la salud, sino que además el hecho de poner la limpieza del baño como una de mis más altas prioridades ayudaría a mis hijos a saber que éste es uno de los valores más importantes.

No pretendo denigrar a las mamás que optan por jugar con sus hijos en lugar de limpiar paredes y retretes, pero si yo actuara como lo hacen estas mamás, no estaría respetando mis valores y mis hijos podrían sentir mi malestar y mi incomodidad.

Otro tema importante para mí es el relacionado con el lavado de la ropa sucia. Es verdad. Soy la diosa de la lavandería. Soy reconocida por mi habilidad de quitar casi cualquier mancha.

Es por ello que me encanta ver la ropa excelentemente bien lavada. Por otra parte, no pienso que podría mirarme en el espejo si mi esposo tuviera que ir a trabajar sin sus medias o si las tuviera todas sucias.

"Después de las 8 de la tarde... No soy mamá, soy una esposa".

Por otro lado, lavo los pisos sólo una vez a la semana, lo mismo sucede con el hecho de quitar el polvo. Estas tareas simplemente son la cereza que corona el postre.

He dejado de lado varias tareas domésticas para poder dedicarle tiempo a - por ejemplo- el sueño y el descanso. No estoy bromeando. Soy una persona con poca energía. Existen raras ocasiones en las que no hago otra cosa más que tomar un extenso y tibio baño de inmersión, leer un buen libro o una revista en la cama por las noches, y conversar con mi esposo sobre cualquier tema.

Mi amiga Netanella me enseño eso. Después de las 8 de la tarde, ella me contaba que les decía a sus hijos: "No soy su mamá, ahora soy esposa".

¡Siguiendo su ejemplo, decidí que a partir de las 20:30 hs., no me pondría a lavar vidrios!. La vida es demasiado corta. Pero ésto es algo muy personal.

Puedo escuchar a mi vecina Bonnie pasando la aspiradora a la medianoche. Mucha energía de su parte, digo, pero yo particularmente no podría mantener mi motor andando durante tanto tiempo.

Solía reprenderme cada vez que entraba a la casa de alguna de mis amigas, que como yo eran mamás de una familia numerosa, y las encontraba limpias e intachables.

Y confieso que antes me daba una palmadita en la nuca cuando entraba en una casa sucia, sin importar cuán amables y educados fueran los niños o cuán bien les fuera en la escuela. Pero he ido creciendo junto a mi familia y he aprendido que lo que resulta bien para mí no necesariamente tiene que funcionar para mis amigas.

Mi objetivo es ser honesta conmigo misma, siendo lo más práctica posible según determinadas circunstancias. Personalmente garantizo que podrá sentirse más calmada tal y como sucedió conmigo, más feliz al ser mamá y al realizar las tareas domésticas, sin importar lo mucho que pueda hacer, al aprender a ser sincera sobre sus prioridades y dejar de lado las apariencias que puedan poner en riesgo la armonía de su hogar.

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