No Hay Mal que Por Bien no Venga

Descubra lo que implica ser mamá de 12 niños, leyendo los sabios consejos sobre crianza de niños brindados por nuestra "Súper Mamá" residente.

En innumerables ocasiones, el primer signo que veía y que me dejaba saber que alguno de mis 12 hijos estaba enfermo era su comportamiento irritable. Al principio parecían ser sólo quejas momentáneas acerca del almuerzo que les había servido, o el reclamo de que alguna de sus camisas estaba arrugada y de que no tenía nada que ponerse.

No obstante, a medida que las horas del día vayan pasando, usted comenzará a darse cuenta de que sus quejas se irán volviendo insoportables, ya que se quejará por todo.

Inmediatamente, usted cesará de hacer lo que está haciendo para poder ver lo que le sucede a su hijo/a; realmente ver qué es lo que le pasa por primera vez en medio de su ajetreado día; a fin de cerciorarse de que no esté enfermo/a. Es así que seguramente colocará sus labios sobre su frente, y asustada, le dirá: "¡Tienes fiebre!".

Usted sabe perfectamente bien que él/ella no hizo tal cosa

Debido a que el pequeño/a ya se siente irritado/a, seguramente se quejará diciendo algo como: "Te dije que estaba enfermo/a". Aunque usted sabe perfectamente bien que él/ella jamás hizo tal cosa. 

Al ser mamá, siempre estará pensando qué podría hacer para que su hijo/a se sienta mejor. Y es así que le dice amablemente: "¿Te gustaría tomar una taza de té?".

Su niño convaleciente y perplejo por su repentina preocupación sacará provecho de la situación, sólo para comprobar hasta dónde puede llegar, cuán alto usted saltará y que cosas hará para lograr que su malestar desaparezca.

Advirtiéndole que está caliente, usted le servirá su té, y le preguntará si le gustaría que le agregara un cubito de hielo en el tazón para poder enfriar la infusión y que la misma alcance la temperatura perfecta. "Seguro," dirá el niño/a y sonreirá ampliamente, aprovechando su necesidad de esperar a cumplir cualquiera de sus deseos.

"El sabor es raro".

Usted se quedará mirándolo/a como bebe un sorbo de su té, al mismo tiempo que se frota las manos con nerviosismo. "Tiene un sabor raro", afirmará, "no puedo tomarlo".

"Bien, ¿te gustaría tomar alguna clase de té diferente?", volverá a ofrecerle, cada vez más ansiosa y preocupada. "Tenemos té de Frambuesa, Canela, Manzana Deliciosa, Jengibre, o té Relajante de Vainilla", dirá haciendo una pausa y tomando un poco de aire. "¿Cuál quieres que te prepare, Dulzura?".

"¿No tenemos té de Ciruela?. Ese es el único que deseo tomar en este momento".

"Oh, no, Mi Amor", usted le contestará, sintiéndose sumamente mal y culpable por no tener la única clase de té que le gustaría tomar a su hijo/a enfermo/a, Pobrecito. "Pero no te preocupes porque en un abrir y cerrar de ojos saldré a comprarlo y te lo traeré. Sólo me tomará un minuto".

Es así que comenzará una carrera alocada para poder comprarle a su pequeño/a el té que tanto le gusta, y una vez que lo encuentre se lo preparará con mucho amor. Se lo servirá y esperará a ver si el mismo contribuye a que su hijo/a se sienta mejor.

El/ella dejará pasar unos minutos antes de contestar y finalmente dirá: "está bueno"; y por primera vez en el día usted volverá a recobrar el aliento al saber que ha contribuido a que su pequeño/a se sienta a gusto una vez más.

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