Leyéndole Frecuentemente a Sus Hijos Desde la Niñez

Descubra lo que implica ser la mamá de 12 niños, leyendo los sabios consejos brindados por nuestra "Súper Mamá" residente, relacionados con la crianza de niños.

¿Valió la pena gastar los dólares que tanto nos costó ganar?

Cada vez más y más padres están recurriendo a variados programas de ambientación cultural y educativa previa para lograr que sus hijos puedan estar preparados para ingresar a primer grado.

La mayoría de los padres temen que sus hijos no puedan estar a la altura de las circunstancias, y que sus compañeros de clase hayan tenido una iniciación rápida en las tres R cuando lleguen a ese trascendental primer día de clases.

¿Está este miedo justificado?. ¿Valen estos programas los dólares que tanto nos costó ganar?.

La clave del éxito 

Es verdad que los niños ingresan a la escuela sin poseer mayores conocimientos previos sobre lectura que los que poseían las generaciones que los precedieron. La razón de este fenómeno es obvia.

No puedo probarla, pero puedo adivinarla. La principal culpa la tiene la televisión, ya que los niños se pasan horas y horas mirando televisión en lugar de disfrutar de tiempo de calidad junto a sus padres. Los niños miran aproximadamente 4 horas de televisión por día. Y si no están viendo televisión, no es difícil imaginar lo que estarían haciendo.

Éstos les tomarían el pelo a sus padres hasta lograr que éstos se vean forzados a desviar la atención de lo que estaban haciendo para poder relacionarse con ellos. Los padres deben hablar y leerle a sus hijos. Y ésta es la clave para que los pequeños posteriormente tengan éxito en la escuela y en la vida.

En un estudio llevado a cabo sobre niños sin conocimientos previos de lectura que estaban por comenzar a relacionarse con otros niños y a ingresar al jardín de infantes, se comprobó que a sólo el 76% de ellos se les leía al menos tres veces por semana: el 76% de los niños eran capaces de pronunciar la primera parte de una palabra contrariamente a lo que sucedía con el 64% de los niños a los que se les leía con menor frecuencia.

El 57% era capaz de leer palabras completas, contrariamente a lo que sucedía con el 43% de los niños a los que se les leía menos de 3 veces por semana. El 15% de los niños podían reconocer signos/palabras, si se los comparaba con el 8% de aquellos a los que se les leía con menor frecuencia, y el 5% comprendía el contexto en el que se utilizaban las palabras, comparado al 2% de los niños que no compartían frecuentes momentos de lectura junto a sus padres.

Yo hice un trato: la televisión por los libros.

Llegó el momento de darse cuenta de que cuando usamos a la televisión como un instrumento para pasar el tiempo o como una especia de niñera, eliminamos el tiempo que se le podría dedicar a la lectura y a la conversación; evitando de esta manera que los niños se acerquen a la lectura y al conocimiento en su más tierna infancia.

Mis 12 hijos fueron criados sin gozar de los dudosos beneficios aportados por la televisión. Muchos padres frecuentemente me preguntan cómo lograba que mis hijos leyeran. Es muy simple, yo hice un trato con cada uno de ellos: la televisión por los libros.

Mi esposo salía del trabajo temprano para poder llevar a nuestros hijos a la biblioteca local al menos dos veces por semana. Los bibliotecarios nos dejaban llevarnos más libros de los que estaban permitidos por las reglas del establecimiento.

Ellos amaban el hecho de que mis hijos amaran los libros. Mi esposo no consideraba al paseo por la biblioteca como un pasatiempo divertido; él veía al mismo como una necesidad.

Esta actitud ha sido transferida a mis hijos con el correr de los años, y les ha permitido darse cuenta de la importancia de la lectura y del conocimiento.

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